El Covid-19 será por tercer año consecutivo el gran protagonista de la agenda informativa, con el efecto desestabilizador que tiene el surgimiento de nuevas variantes.
Tendencias estructurales a largo plazo vs. Inversión temática
Para el BBVA, las tendencias estructurales a largo plazo constituyen los motores del crecimiento mundial. Son las tendencias que están transformando el mundo, cambiando nuestro actual modo de vivir (algo que seguirán haciendo durante toda la década). Existen 4 megatendencias: nuevos cambios demográficos, nuevas pautas de consumo, sostenibilidad e innovación tecnológica. Todas ellas interactúan con las otras.
Por otro lado, la inversión temática, trata de capturar la rentabilidad y el crecimiento invirtiendo en compañías o modelos de negocio con exposición a una o varias de dichas megatendencias. Un ejemplo de inversión temática es invertir en salud. Esta última en concreto tiene exposición a varias de ellas, concretamente a las relacionadas con cambios demográficos y sociales y, también, a la longevidad.
De hecho, la longevidad es una de las mayores transformaciones de este siglo. Hoy se puede constatar que los niños nacidos en países ricos vivirán más de 100 años. Esto va a derivar en un mayor gasto en salud, dado que habrá una población cada vez más envejecida, y en una mayor necesidad de servicios y asistencia sanitaria. Además, y también se debe tener en cuenta, el gasto realizado en salud se acentúa en las últimas etapas de la vida: a partir de los 65 años se duplica y, pasados los 85, se llega a cuadruplicar. Si ponemos todo esto en el contexto de que uno de cada cinco individuos norteamericanos tendrá más de 65 años, hecho extrapolable también a Europa y países emergentes, podemos pensar que la salud es una temática muy interesante para tenerla en cuenta en nuestras inversiones (a medio y largo plazo).
Inversiones en salud
Para JPMorgan hay 4 subsectores en salud en los que es posible invertir: Farmacéuticas, Biotecnología, Tecnología médica y Servicios sanitarios.
En los últimos 5 años las inversiones relacionadas con la tecnología médica y los vinculados al servicio sanitario son las que mejor han funcionado. La pandemia no solo ha afectado a la salud en sí, lo vemos en la vacuna y los tratamientos, y el foco se ha puesto en la investigación, en el I+D..
Pero la investigación no es el único sector que se ha visto influenciado por la pandemia. La telemedicina ha ayudado a reducir el coste de la atención médica. También permite el poder ofrecer servicios desde una plataforma virtual, haciendo que los hospitales requieran de un menor espacio para sus consultas, el cual puedan destinar a otras cosas,… De hecho, si se analizan los niveles de penetración de esta disciplina, antes de la llegada de la COVID-19 era de un 5%-7%. Durante el COVID, los niveles se encontraban cercanos al 80%, porcentaje que se ha estabilizado actualmente en torno al 50%. ¿El motivo? El que ha hecho una consulta virtual con un médico, se ha ahorrado el transporte al centro y las esperas en los centros médicos.
El caso español
En el informe “Inversión en Sanidad: la vía española hacia la prosperidad” publicado con Analistas Financieros Internacionales en Julio de 2021 describen la situación del sector salud en España y presentan planteamientos e información muy interesantes.
La innovación e investigación desempeña un papel fundamental para continuar ampliando y mejorando la gama de tratamientos existentes que contribuyan a mejorar la salud global. Por cada euro invertido en investigación sanitaria (pública o privada), la economía genera 1,6 euros de Valor Añadido de manera directa, indirecta e inducida. Además, cada millón de euros invertido en este sector contribuye a la generación y mantenimiento de más de 15,6 empleos. Por otro lado, la inversión en investigación sanitaria genera efectos tractores que trascienden las ramas productivas más asociadas con la sanidad, impulsando la actividad de servicios especializados, comerciales, e industriales, entre otros.
España disfruta ya de unos excelentes resultados en salud, en comparación con los países de su nivel de renta per cápita, con un nivel de gasto inferior al de los países europeos más avanzados. En un entorno de envejecimiento, un aumento de la inversión de dos puntos de PIB, si se orienta de manera adecuada hacia los aspectos más conectados con la participación laboral y el capital humano y tecnológico puede conseguir un rendimiento económico significativo, que se estima en un incremento del PIB en 2025-2040 de 427.000 millones de euros, o de forma equivalente, la tasa de crecimiento media del PIB aumentaría en 0,25 puntos porcentuales a lo largo de este periodo.
Gran parte de este rendimiento se produciría gracias a una participación más intensa de la población de mayor edad en el mercado laboral, cuyo peso en el total de la población va a aumentar de manera significativa. Pequeñas mejoras en prevención y en tratamiento se traducen en avances en la posibilidad de trabajar y en la productividad que, acumulados en el tiempo, dan lugar a ganancias económicas muy notables.
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Laura Muntanyà